Se entrenaban para estar muertos
y así poder introducirse en los cubos de basura. Luís, el basurero del barrio
de San Felipe los recogía con la escoba y los lanzaba entre los restos de
carnes podridas, de verduras abandonadas y de fruta repleta de gusanos. Para
los gatos del barrio aquello era un festín, se hacían los muertos para poder
seguir viviendo. Pero desde la llegada de la crisis todo ha cambiado en los
callejones de San Felipe, y hoy un viejo gato pardo, al caer en el cubo, en
lugar de encontrar un banquete ha encontrado un hombre vivo, relamiéndose.
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