miércoles, 20 de enero de 2010

La seda. Dice mi padre que viene de los gusanos. Sé que mi padre es muy inteligente porque sale todas las mañanas de casa con un maletín lleno de papeles y vuelve muy tarde, con la cara arrugada, ya por la noche, cuando todos piensan que estoy dormido. Mamá dice que trabaja mucho y que por eso no tiene tiempo de explicarme algunas cosas de la vida, como ella dice. Puede que mi padre sea muy inteligente, pero yo no acabo de entender cómo puede venir de los gusanos el pañuelo con el que mamá se cubre el pelo que no tiene.
Mamá también tiene siempre la frente arrugada, pero dice que es porque le da miedo dejarme solo. Eso sí que no lo entiendo. ¿Por qué mi madre querría dejarme solo? No lo sé, quizá necesite ir a buscar un pañuelo nuevo, o quizá sólo sean cosas de la vida.
El otro día intenté contar cuántos gusanos de seda se necesitarían para hacer un pañuelo en 10 horas. Es un problema mucho más difícil que los problemas de la profesora de matemáticas, sobre todo porque no es lo mismo una naranja o dos coches que se mueven en dirección contraria, que un gusano que debe fabricar un pañuelo de seda en 10 horas. Llené cuatro hojas de mi cuaderno con sumas y multiplicaciones, aún no sé dividir, pero no creo que me haga falta para este problema, porque lo importante es tener más números, o más gusanos, en lugar de tener menos o que trabajen separados.
Me gustaría que mamá no me dejara sólo para ir a ver como unos cuántos gusanos fabrican su estúpido pañuelo, también me gustaría que no estuviera enferma y que pudiéramos correr por el parque como antes. Así no llevaría pañuelos y los gusanos no tendrían que trabajar durante 10 horas seguidas, como hace papá. Me parece lógico pensar así, pero todos me dicen que sólo soy un niño y que no sé nada de la vida.

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